El microrrealismo busca recrear imágenes reales (retratos, animales, naturaleza...) en un tamaño pequeño con alto nivel de detalle, con líneas limpias, degradados suaves y sin contornos marcados.
Es un estilo muy prestigioso, asociado a tatuadores de alto nivel, ya que se crean tatuajes que impresionan por su precisión y que parecen “fotografías en la piel”.
Surge como evolución del realismo y del fine line. Tiene sus raíces en el realismo Black & Grey chicano de California, que ya buscaba retratos fieles, pero llevado a una escala miniatura.
Se populariza a partir de los años 2010, con el auge de las agujas de precisión, tintas de mayor calidad y máquinas rotativas más ligeras.
Las redes sociales impulsan su éxito, ya que es un estilo muy fotogénico y atractivo para quienes quieren tatuajes pequeños pero impactantes.
El microrrealismo está tan de moda que muchos lo llaman “el tatuaje de Instagram”, porque suele fotografiarse justo después de hacerse (cuando está nítido y brillante), aunque en la vida real puede perder detalle o saturación con el paso del tiempo o malas curaciones.
El microrealismo aporta una estética sofisticada y sorprendente, con gran impacto visual, lo que permite tener un tatuaje con mucha carga emocional en formato reducido y en zonas pequeñas. Es un estilo que aporta exclusividad, modernidad y discreción sin perder expresividad.
Todas las virtudes de este estilo, también son desventajes.
El minúsculo tamaño y la gran cantidad de detalles convierten al micorrealismo en una técnica de dificultad altísima y sesiones largas, donde sólo los mejores artistas logran buenos resultados a largo plazo. El primer día y para la foto muchos pueden conseguir un resultado decente, pero con el paso del tiempo estos tatuajes tienden a perder definición o legibilidad, especialmente si la piel envejece, se arruga o cambia de color. Así que elige bien a tu tatuador.